La Nube, tal como se la conoce, ofrece enormes ventajas, permite, por ejemplo, guardar información en servidores externos y tenerla disponible en cualquier momento y desde cualquier dispositivo conectado a Internet, así como usar software sin necesidad de tenerlo instalado en el propio equipo. Poco a poco, los distintos sectores se han ido sumando a esta tecnología, ahorrando costos y volviéndose más eficientes y con mayor capacidad de innovación. Incluso la Banca, algo desconfiada de la seguridad del Cloud Computing, se rindió ante esta tecnología que a todas luces es un aporte en la gestión.
Pero el sector productivo no es el único que ha sabido ver el potencial de la Nube, sino también aquellos que inciden en todas las personas, como el de la salud. Creo que es importante destacar las iniciativas, públicas y privadas, que se han realizado en esta materia, ya que si existe una tecnología que es capaz de asegurar seguridad, eficiencia, reducción de costos e innovación, esta debe ser aplicada a los ámbitos que afectan directamente a los ciudadanos.
Aquí no hay puntos medios. Las soluciones que existen en el área de la salud son revolucionarias. Por ejemplo, la gestión de imágenes médicas, tiene un antes y un después tras la aparición de la Nube. La oferta a los radiólogos asegura herramientas y un flujo de trabajo que permiten hoy en día -entre muchas otras cosas- el diagnóstico por imágenes a distancia.
Un caso notable al respecto es lo que ocurre en Chile, con el sistema de Telemedicina, implementado por el Ministerio de Salud y Carestream, que está permitiendo a los usuarios ser atendidos por especialistas sin tener que desplazarse grandes distancias.
Y si miramos este caso, siguiendo una línea hacía el futuro, estamos a puertas de la mitigación más importante en cuanto a las barreras que producen las grandes distancias territoriales en temas de salud. Un factor que ha aquejado desde sus inicios a Chile, por su composición geográfica.
En su conjunto, las herramientas de colaboración asociadas a la Nube permiten a las organizaciones de salud crear condiciones de trabajo que generen una verdadera comunidad virtual, en las que se pueden poner a disposición imágenes e información en el tratamiento y seguimiento de pacientes.
Y si elevamos esta plataforma a una mirada externa al hospital, nos encontramos entonces con la Nube como un garante de la interoperabilidad tecnológica. Hoy los estándares internacionales permiten integrarse con cualquier sistema, compartir datos en un repositorio central sin importar qué proveedor de solución de PACS tenga el cliente, o tener distintos formatos de almacenamiento de las imágenes.
Sin entrar en mayores profundidades, los alcances en aspectos de colaboración e impacto en la salud que trae esta tecnología resaltan a simple vista, y generan una gran esperanza, a pesar de ser un mundo teñido por la competencia.
Ahora, tampoco podemos abandonar el ámbito económico, elemental hoy en día para el éxito de los proyectos. Si vemos estas transformaciones en relación a los hospitales, y empresas en general, encontramos que el Cloud Computing evita la obsolescencia tecnológica, no demanda una inversión en infraestructura de proyectos, requiere menos personal de sistemas (una de las mayores deficiencias en las instituciones de salud) y ofrece una elevada seguridad.
Los beneficios de la Nube en el área de la salud son ciertamente inconmensurables. Es difícil estimar lo que el concepto de fondo implica, pues más allá de la conectividad, es la colaboración, lo cual va a terminar por aportar al bienestar mundial en los próximos años.
De momento tan solo podemos afirmar que los beneficios se expanden y se están volviendo accesibles para un mayor número de personas. Es de esperar que la innovación en el área de la salud pública y privada, sea cada vez más prioritaria en la agenda digital del Gobierno, en conjunto con entidades privadas.