Conforme las organizaciones profundizan en su transformación digital para optimizar sus operaciones y hacer eficientes sus interacciones y colaboración, con el fin de competir adecuadamente en el complejo entorno de los negocios de la actualidad, se evidencia en muchos casos una brecha tecnológica que indica que la infraestructura no está preparada para enfrentar los retos de corto, mediano y largo plazo. Esto es sinónimo de que muchas de las expectativas de los usuarios de la infraestructura o clientes finales no se podrán satisfacer: agilidad, simplicidad y servicio son expectativas que se ponen en riesgo a causa de estas brechas.
Tan sólo en el borde, el Internet de las Cosas (IoT) y la movilidad de la fuerza de trabajo están impulsando un aumento exponencial en la cantidad de dispositivos que se conectan a las redes corporativas. Los datos, en consecuencia, también están creciendo y se están diversificando: se estima que cada día se produce la inmensa cantidad de 2.5 exabytes de datos, sean videos, posts, correos electrónicos, información de sensores y un sinfín de otros tipos, provenientes de la enorme gama de dispositivos existente, circulando entre nubes, centros de datos y en el borde.
De acuerdo con Gartner[1], las infraestructuras de TI están evolucionando, de aquéllas basadas en una ubicación on-premise, a una lo suficientemente flexible para responder lo más rápido posible ante los cambios. Se trata de crear la “infraestructura que está en todas partes”: en el centro de datos, en la nube, en el borde o en alguna combinación de éstas.
El problema es que, a medida que se migra a las nuevas infraestructuras, mucho del proceso no se está haciendo de la mejor manera. Puede ocurrir que el Edge Computing y el almacenamiento en silos se estén conectando mediante arquitecturas de red inconexas, con modelos operativos que dificultan la gestión centralizada, la orquestación, la seguridad y la visibilidad. No cabe duda de que las redes deben rediseñarse y reinventarse, y el 2023 será el año en que esto tenga lugar.
Ahora, el enfoque debe estar en el borde habilitado para la nube y basado en datos, con la intención de brindar una experiencia en la nube, para cualquier tipo de entorno, con simplicidad, velocidad y seguridad embebida en modelos de consumo flexibles. En Aruba, consideramos que es preciso que las organizaciones implementen soluciones que habiliten la nueva generación de centros de datos “del borde a la nube” (Edge-to-Cloud).
Este 2023, la innovación, el progreso y el pensamiento disruptivo continuarán impulsando la evolución de los modelos operativos y de implementación heredados y obsoletos, debido a la forma en que los negocios se llevan a cabo hoy en día, hacia nuevas arquitecturas del borde a la nube, donde los centros de datos interconectados impulsarán las aplicaciones de próxima generación y ayudarán a optimizar los resultados de negocio.
[1] “Design IT Infrastructure Strategies Flexible Enough for the Unknown”, Gartner.