Guillermo A. Mata
Esta es sin dudas una de las notas más difíciles de escribir en toda mi carrera, pues nunca es fácil compartir el fallecimiento de un ser querido, una referencia en la industria tecnológica de Centroamérica y un líder indiscutible en la familia de tecnología en Guatemala como lo fue Hélfido Juárez. Ante todo nuestras más sinceras condolencias a Michelle, su esposa, y a sus hijas. De igual manera a toda la familia de Intcomex en Guatemala y latinoamérica.
Hélfido tuvo sus inicios (casi al mismo tiempo que los mios) en la industria tecnológica de la mano de PS2000, alrededor de 1993/4. En aquel entonces un distribuidor mayorista líder en Centroamérica. Hélfido tuvo a bien ser el gerente de la filial de El Salvador por algún tiempo. Posteriormente, se trasladó a Guatemala a ser el Gerente General de PC Market, empresa que luego se convertiría en Intcomex en Guatemala.
Desde entonces, Hélfido tuvo mucho que ver con la expansión regional, manejando el crecimiento de la empresa hacia otras geografías, incluídas Honduras y El Salvador. En Guatemala creció de 10 empleados hasta más de 130. SIn lugar a dudas, mantuvo junto a su equipo, a Intcomex como el lider indiscutido en distribución en Guatemala.
Sus habilidades de líder, lo hicieron un jefe muy respetado a quién los empelados respondian con mucha confianza alcanzando las metas trazadas. Su creatividad en términos de ventas y mercadotecnia hicieron que la posición de liderazgo no se perdiera ante los múltiples aremetimientos del mercado.
La calidad humana, su mejor atributo
Hablar de los logros corporativos es poco comparado con la calidad humana que Hélfido tuvo siempre. Siempre tuvo una palabra de consuelo, de ánimo y de motivación para su equipo y amigos. Siempre se trazó metas ambiciosas, que lograba cumplir. A la mayoría de exempleados que tengo el gusto de conocer, son seres humanos que fueron inspirados por Hélfido y reconocen siempre que la escuela que tuvieron en la empresa ha sido vital para ser exitosos el dia de hoy.
El sentido del humor que Hélfido tenía era contagioso. No habia reunión o saludo que no estuviera contagiado por una sonrisa o un “chiste” que hiciera todo mejor. Que asegurara que todo iba a estar bien. Por su personalidad extrovertida, nunca tuvo miedo de subirse a un escenario para agradecer a sus clientes y proveedores. Era un perfecto anfitrión que siempre supo lo que los clientes querían y los complacía. Para muchos, y me incluyo, fue un verdadero mentor.
Duele escribir que la última batalla contra el COVID no logró ganarla, pero estamos seguros que el día de hoy está en un mejor lugar, Hay que seguir su legado para que no sea en vano. Descansa en paz, amigo Hélfido.
