Por Vanilda Grando, Directora de Ventas, Americas Kodak Alaris
Aunque no todo el papel causa el mismo impacto ambiental, históricamente, su producción ha generado controversia en ciertos sectores de la sociedad. Pese a que su elaboración y ciclo de vida varían, se hace cada vez más necesario crear consciencia al respecto, para reducir su uso al mínimo posible y optimizar su reciclaje.
No es difícil dar cuenta de la gran cantidad de papel que hay alrededor nuestro. Desde tiempos en que se popularizó la imprenta, y más aún con la revolución de los medios de comunicación masiva, el papel está por todas partes.
Entonces cabe preguntarse, ¿qué pasó con la “oficina sin papeles? Hace treinta años, el ascenso de las computadoras fue aclamado como el comienzo de la era de la oficina sin papel. En una conferencia dictada por The Economist en 1980, titulada “hacia la oficina sin papeles”, sugerían que las empresas que tratan de mejorar la productividad deberían “reducir el flujo de papel, con el fin de abolirlo”. Desde entonces, paradójicamente, el consumo mundial de papel ha aumentado a la mitad.
Un estudio comandado por RISI, Bureau of International Recycling, EPA y The Economist, señala que, en España, por ejemplo, cada español consume al año una cantidad de papel equivalente a 3,72 árboles de 12 metros. En nuestra región, las cifras parecen ser más positivas; por ejemplo, en México, el promedio desciende a 1,69 árboles de 12 metros al año por persona, mientras que, en Brasil, el número es de 1,29. El país que más número de árboles consume es Bélgica, con 8,51 por persona.
Gracias al proceso de digitalización, las empresas se vuelven más eficientes y productivas, a la vez que contribuyen a un mayor cuidado del medio ambiente, ya que reducen o mitigan por completo el uso de papel y, por ende, la tala de árboles y los gastos de agua y energía que ella conlleva.
Para Kodak Alaris, la clave está en desarrollar una estrategia integral de sustentabilidad. ¿Cómo se logra eso? A la vez que aumentamos las capacidades de procesamiento y vida de los productos, también reducimos el nivel de gasto energético, con soluciones que requieren mucha menos energía operativa para funcionar con los mismos niveles de rendimiento que muchos productos competitivos afirman tener. En algunos casos, hasta 75 por ciento menos.
Como vemos, las empresas podemos –y debemos- redoblar nuestros esfuerzos para mitigar los impactos que el alto flujo de papel puede acarrear al mundo. Para ello, el principio de las “tres erres de la ecología” es fundamental: reducir, reutilizar y reciclar. ¿Será “digitalizar” un cuarto concepto a tener en cuenta?