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Autor: Manuel Mandujano
Funcionalidad es lo que exige la madurez de los consumidores de las tecnologías de información. Eso pide, y no aparatos ni software. Tampoco quiere hacer configuraciones. No quiere “cosas”.
Por lo mismo, el anuncio del 8 de julio de 2009 del Google Chrome OS, un sistema operativo que será a la vez navegador de la Web, no se reduce a un match Chrome OS Vs. Windows, o del primero contra el mundo, sino que va más allá. Más allá incluso de del mismo Google y de otros fabricantes de navegadores.
Ese consumidor maduro está en condiciones de dar el siguiente paso al siguiente nivel de computación. Aspecto que mucho tiene que ver con la generación net.
Saraí, de 13 años, una adolescente de la llamada también generación del milenio, lo expresa de la mejor manera.
Revisaba ella el Nokia 5800 XpressMusic. “¡Qué bonito!”, dijo.
“¿Te interesa el sistema operativo del celular?”, le pregunté. Movió la cabeza de derecha a izquierda. No.
“Entonces, ¿qué te interesa de él?”, insistí.
“Que sea rápido, sencillo de manejar y touch”, me respondió. Hice mutis.
Ella necesita eso, igual que todos.
La funcionalidad como centro
Necesitamos dispositivos y aplicaciones que no deban ser configuradas, por ejemplo, o que lo sean al mínimo; como la computadora que trae el auto y que uno ni se preocupa de ver físicamente ni de averiguar dónde está.
Por eso, el cómputo que viene tiene que enfocar la funcionalidad, una promesa renovada en cada nueva versión de software o en cada nuevo modelo de hardware.
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