Tras casi una década de crecimiento, las remesas a América Latina y el Caribe declinarían en el 2009 por primera vez, desde que el Banco Interamericano de Desarrollo comenzó a medir estos flujos en el 2000. El cambio de tendencia ocurrió en el cuatro trimestre del 2008.
Los envíos de dinero realizados por trabajadores emigrados son una fuente de ingresos clave para millones de familias en esta región. El año pasado los emigrados latinoamericanos y Caribeños enviaron unos US$ 69.200 millones a sus países de origen, 0,9% más que en el 2007, según el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del BID.
La tendencia cambió luego del primer semestre del 2008. Tras un tercer trimestre sin crecimiento, en el trimestre siguiente los flujos cayeron a US$ 17.000 millones, 2% menos que en el cuarto trimestre del 2007. Para los pocos países que han reportado datos para enero del 2009, las caídas han sido hasta de 13%.
Luego de muchos años de crecimiento sin pausa, las remesas a América Latina y el Caribe comenzaron a resentirse en el 2008 a medida que los principales países fuente de estos recursos, Estados Unidos, España y Japón, cayeron en recesiones. La crisis castigó especialmente a industrias que empleaban a muchos trabajadores extranjeros, como la construcción, las manufacturas, hoteles y restaurantes.
Las personas que envían remesas y sus familiares en sus países de origen también sufrieron las consecuencias de las alzas de precios de los alimentos y los combustibles. Sumado a ello, las fluctuaciones de las tasas cambiarias comenzaron a tener mayores efectos que en el pasado, particularmente en países que experimentaron devaluaciones o que tienen grandes colonias de emigrados en Europa.
El peso mexicano y el real brasileño han perdido terreno frente al dólar estadounidense en meses recientes. Como consecuencia, las remesas enviadas desde los Estados Unidos han visto incrementado su poder adquisitivo, compensando al menos en parte el menor volumen de envíos.
Los países andinos, que reciben grandes cantidades de remesas desde España, se vieron beneficiados por la fortaleza del euro durante la primera mitad del 2008, pero desde entonces han sido golpeados por la caída del valor de la divisa europea.
Los países centroamericanos, que están dolarizados o cuyas monedas están ligadas al dólar, están más protegidos de las fluctuaciones de las tasas de cambio.
A pesar del panorama sombrío, el FOMIN ve poca evidencia de que los migrantes estén preparándose para regresar a sus países de origen. En España, donde viven más de cinco millones de trabajadores extranjeros, un plan del gobierno para pagar beneficios sociales a aquellos que regresen a sus patrias ha suscitado poco interés.
El FOMIN está realizando sondeos con bancos y empresas de transferencia de dinero y colaborando con centros de estudio que encuestan a personas que envían remesas para obtener información más detallada sobre cómo los flujos podrían evolucionar este año.
Para el FOMIN, que promueve la microempresa como herramienta para reducir la pobreza, esta crisis ofrece una oportunidad para incorporar a más familias que reciben remesas al sistema bancario formal.
La gerente general del FOMIN, Julie Katzman, observó que la mayor parte del dinero enviada por los emigrados se destina a alimentos, vestimenta, medicinas y vivienda, brindándoles a estas familias alivio en tiempos de estrechez. Sin embargo, menos de la mitad de estos hogares tienen cuentas bancarias en las que podrían mantener sus ahorros.
“Una vez cubiertas las necesidades esenciales, el verdadero potencial transformativo de las remesas suele guardarse literalmente bajo el colchón”, comentó Katzman. “Darle acceso a estas familias a servicios financieros básicos que todos nosotros gozamos les permitiría maximizar los beneficios de sus remesas.”
El FOMIN seguirá colaborando con bancos centrales, reguladores, bancos, microfinancieras y empresas de transferencia de dinero en América Latina y el Caribe para encontrar maneras para maximizar el impacto económico de las remesas.
Nota relacionada
Panorama de las remesas en The Wall Street Journal